Nacer, vivir, morir… ¿y Dios?
Nacer, vivir, morir… ¿y Dios?
El capítulo 5 de Génesis enumera una serie de mini biografías de personajes bíblicos, desde Adán hasta Noé. Cainán fue uno de ellos:
“Vivió Cainán setenta años, y engendró a Mahalaleel. Y vivió Cainán, después que engendró a Mahalaleel, ochocientos cuarenta años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Cainán novecientos diez años; y murió” (Génesis 5:12-14).
Como la suya, la vida de muchas personas puede resumirse en tres verbos:
Nacer, vivir, y morir
No hay nada más que añadir. Venimos a la tierra, pasamos por la vida y al final lo que queda de nosotros, como dice en los Proverbios, es:
“Como la huella del águila en el aire, la huella de la serpiente en la roca, o la huella del barco en medio del mar” (Proverbios 30:19)
Hay personas que piensan que creando obras extraordinarias podrán transmitir a la posteridad al menos una huella de su existencia: algunas en el campo artístico, otras en el deportivo, en el político, en el económico o en el científico. Pero en la Biblia se ve que, incluso aquellos que han vivido un largo período de tiempo, como es el caso de las personas mencionadas en el capítulo 5 de Génesis, o las que han alcanzado grandes logros, no han hecho nada más que nacer, engendrar y morir. Aunque vivieron muchos años, y quizás lograron grandes cosas, la Biblia no las menciona. Nacemos, estudiamos, trabajamos, criamos una familia, envejecemos, y al final todos morimos. Esa es nuestra historia. ¿Qué queda de nosotros?
¿Qué es lo que importa en la vida humana?
Desarrolla una relación íntima con Dios
La mini biografía de Enoc responde a esta pregunta crucial. El libro de Génesis, nos dice:
“Enoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó”
(Génesis 5:24)
Él también nació, pero no sólo vivió, sino que ¡caminó con Dios! ¡Eso es lo que hace la diferencia! Lo que lo distinguía de los demás era su relación personal con Dios. A lo largo de su vida, se preocupó por Dios, por tener una relación viva con Él, por entenderlo, por seguirlo, por caminar con Él por la fe.
Es por eso que el Nuevo Testamento afirma que Enoc agradó a Dios.
“Por la fe, Enoc fue trasladado, sin ver la muerte y no se le halló, porque lo trasladó Dios. Pero aún antes de su traslado, recibió el testimonio de haber agradado a Dios” (Hebreos 11:5 NBJ)
Al vivir en una relación tan íntima con Dios, no sufrió la muerte como cualquier otra persona, sino que Dios lo tomó para que estuviera para siempre con Él.
Aprovecha la oportunidad para conocer a Dios
La vida ofrece mucho más que la mera existencia; nos da la oportunidad de conocer a Dios, y eso marca la diferencia, de tener ese algo extra que desgraciadamente a mucha gente le falta. Cualquiera que sea la duración del viaje que hagamos en la tierra, el Señor le dará sentido, y nos salvará de la vanidad de esta vida. Tomemos, pues, la amonestación del libro de Eclesiastés:
“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento”
(Eclesiastés 12:1)
Da igual si eres joven o viejo, si tu vida está sin Dios, dale un giro y comienza a caminar con Él como lo hizo Enoc. Háblale directamente, con todo tu corazón, pídele perdón y dile que quieres conocerlo y caminar con Él.
El Señor Jesucristo cambiará tu vida. Confía en Él.
La Palabra de Dios dice:
Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo
(Hechos 16:31)
“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:17)
Si confesares con tu boca que JESÚS ES EL SEÑOR,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
SERÁS SALVO
(Romanos 10:9)
Fabrizio B.
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