¡Un fantasma!
¡¡¡UN FANTASMA!!!
“En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario.Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!
«Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces,diciendo: ¡Señor, sálvame!Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.Y terminada la travesía, vinieron a tierra de Genesaret”.
(Evangelio de Mateo 14:22-34; ver también Marcos 6:45–52; y Juan 6:15–21)
El relato de nuestra vida humana
Para muchos, esta es una historia sorprendente, para otros increíble e incluso para algunos simplemente una fábula, un cuento. Pero lo que no podemos negar es que a nadie deja indiferente porque en el fondo, este relato sigue siendo hoy tan actual como lo fue entonces. Es el relato de nuestra vida humana. Es la historia de todo hombre en medio de este mundo tormentoso y turbulento.
Basta hacer un recorrido por la historia de la humanidad para ver que el hombre vive preso de sus temores, de la angustia, de la impotencia, del sin sentido, de sus miedos, de la muerte, etc.; busca la libertad en horizontes lejanos, pero no llega a su meta.
Nuestra vida es semejante a un viaje entre dos puertos, una travesía que comienza en nuestro nacimiento y termina con nuestra muerte.
Al comienzo de nuestra vida consciente, en nuestra juventud, marcamos el rumbo en la carta náutica de nuestra vida y ponemos dirección a ese lugar.
Confiados en nuestra habilidad y pericia, nos vemos como expertos patrones, sin necesidad de que nadie gobierne nuestras vidas.
Pero aquellos que conocen el mar saben que navegar no es tan fácil, no basta con tener una buena carta náutica, el rumbo se ve afectado por muchas variables, vientos y corrientes. Sólo un patrón experimentado puede hacer frente a las vicisitudes que se avecinan.
¡Listos para zarpar! Salimos de puerto, bien pertrechados, desplegamos las velas y una cálida brisa sureste sopla en popa. Nuestra vida sale de puerto con todo tipo de buenas perspectivas.
Jesús queda atrás, no va en nuestra barca, pero nos sentimos capaces de afrontar la travesía sin Su compañía, sin problemas, seguros de nuestra destreza y confiados en nuestra experiencia. Nos sentimos dueños de nosotros mismos.
Posiblemente, para este viaje pensamos que no necesitamos a Jesús
Partimos al atardecer. Ya surcamos las aguas de este mundo, viento en popa, con toda clase de ilusiones y proyectos. La suave brisa nos hace sentir confiados. Pronto pasamos por la ribera de Betsaida, un lugar de pesca abundante, próspero. Todo nos va bien. Algunos están terminando prometedoras carreras en la universidad, otros acaban de ser contratados por una empresa solvente y otros han empezado o están inmersos en rentables negocios. Alrededor, otras barcas hacen lo mismo. No tenemos prisa. Podemos fondear el ancla y disfrutar de nuestro entorno. Nos queda tiempo para el ocio y el entretenimiento. Acabamos de formar una preciosa familia. Echamos las redes a estribor, y éstas se llenan de peces. Las aves, juguetonas, nos saludan con sus alas al pasar. ¡Ha sido una pesca espléndida! Es hora de partir.
Ponemos proa a poniente (oeste). Al fondo, el ocaso del sol nos muestra un precioso horizonte, un futuro brillante lleno de colores rojo y azul pastel.
Lejos atrás ha quedado Jesús, en el monte, orando. Con todo, estamos seguros de nosotros mismos. Las previsiones son halagüeñas, y nos sentimos satisfechos. No necesitamos nada más en nuestra vida. Nuestra barca está repleta de todo lo que necesitamos en este mundo para triunfar. Nuestra familia, nuestros compañeros de estudio o trabajo, todos envidian nuestra suerte. Todo va según el rumbo fijado.
La vida sigue, pero ligeramente el viento empieza a cambiar. Aquel viento de popa, empieza a dar de costado y se levantan pequeñas olas. La rutina cotidiana, el agobio del trabajo, el desasosiego diario, los problemas familiares, los desengaños de la vida… Desgraciadamente, la vida humana no es sólo bonanza y viento a favor. El ocaso dio paso a la noche y la ligera brisa, a un viento que comienza a arreciar. Llegó la cuarta hora. Lo que era un mar en calma se tornan pequeñas olas que por momentos se hacen cada vez más grandes y nos quieren hacer zozobrar.
Olas grandes y vientos recios soplan ahora con fuerza y le asestan fuertes sacudidas a nuestra nave. El dolor, la enfermedad, la muerte de seres queridos, el fracaso profesional o familiar, los temores propios de los seres humanos, y tantas otras olas azotan nuestra alma y nos encontramos solos ante ellas o bien las personas que nos acompañan no saben como afrontar tampoco la situación. Estamos solos en medio del mar. Pedimos socorro, pero nadie nos oye y los que lo hacen, están en la misma situación. Perdemos las coordenadas de posición. Los instrumentos de navegación que antes nos fueron tan útiles, nuestra autoestima, nuestra determinación, el carisma, la eficacia profesional, ahora no funcionan. La brújula se ha ido por la borda y ni siquiera podemos guiarnos por la estrella polar. Nuestra seguridad se torna miedo y nuestra confianza, impotencia. Nuestro barco está a la deriva
Necesitamos a alguien en nuestra vida que sepa tripularla y enderece nuestro rumbo.
De pronto, una figura extraña se acerca. Va a pasar de largo (Juan 6). Él no tiene miedo de la tempestad. Anda por encima de ella. Nuestra alma está turbada y el miedo la invade. Grita, desesperada. ¡Un Fantasma! Pero en seguida Jesús nos habla, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Es Jesús que viene con palabras de consuelo para nuestra vida, ese Jesús que dejamos atrás a la hora de partir.
Pero aún no estamos convencidos. “…Tanto tiempo en este mundo, tantos desengaños, tantas falsas promesas,… seguro que es una ilusión más… seguro que no es real. Necesitaría comprobarlo por mí mismo. Quiero probar a este Jesús, a ver si es real antes de dejarle entrar en mi barca, antes de que gobierne mi vida”.
Pruébale, dile: “Señor, si eres Tú, manda que yo vaya a Ti sobre las aguas”. No dudes, ten fe. ¡Ven a Él! Ven a Jesús andando por encima de las aguas. No tengas miedo. Es cierto que el viento no ha amainado, aún es fuerte, el ambiente que te rodea no ha cambiado, pero pon los ojos en Jesús (Hebreos 12:1). Clama a Él diciendo: ¡Señor, sálvame! Ten fe. Él no es un fantasma, Él es el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6). Tiéndele tu mano. Comprueba que es real. Tócale y deja que te tome, que te consuele. ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?…. Deja que Cristo entre en tu vida, que Jesucristo tome el timón de tu barca. El viento se calmará.
Es el momento de venir a adorar a Jesús y confesarle: “Verdaderamente eres Hijo de Dios”.
Amanece, el sol despunta, comienza un nuevo día. Al fondo está Genesaret (el jardín), una tierra fértil, que posee abundante agua. Ahora es Jesús quien gobierna nuestra vida. El Señor Jesús ha dicho en el Evangelio de Juan que Él ha venido para que tengamos vida y para que la tengamos en abundancia (Juan 10:10), y: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:37-38).
Si hasta ahora habías dejado a Jesús atrás, en la otra orilla, o si todavía crees que sólo es un fantasma, ven a Él y pruébalo, experiméntalo, no esperes a que sea demasiado tarde y tu vida naufrague.
Clama desde tu interior: “Señor Jesús, entra en mi vida, gobiérnala ...”.
No dudes, ten fe. No es un fantasma, Él es real. RMC
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